Hoy mientras estaba en clase con la cabeza en otra parte me imaginaba como sería sentirte en un salto desde lo alto de la cabeza hasta tocar la punta de los pies bruscamente. Cerré unos segundos los ojos, me dio tiempo de ver como mis pies iban caminando a lo largo de una tabla de madera como si estuviése posicionada en un barco de piratas y lentamente me movía hacia delante. Mi corazón estaba a mil por hora y mi cuerpo temblaba tanto que pensé que era yo la que se tambaleaba y no la tabla. En el último momento, cuando ya estaba al filo de mi gran salto alguien gritó "¡Para!". Quizás fue mi propia conciencia, quizás no. Pero algo me frenó a no tirarme contra el suelo y después, seguidamente gemir por el dolor causante de tal estupidez. Todavía estoy esperando a saber quién es. Cuando lo averigue por fin estaré tranquila.